La foto o imágen de un "santo", pulseras con imágenes sacras, crucifijos traídos desde la mismísima Jerusalén, el rosario como amuleto, los cadáveres momificados de antiguos papas o monjas, etc son éstos un ejemplo de lo que el hombre moderno venera para conseguir el favor de la protección o bendición del supuesto santo. Pero veamos cómo ha sido en la historia para entender por qué siguen vigentes en muchas almas actualmente.
"...La iglesia de Colombo (Francia) reclamaba poseer lo que se conocía como el 'Santo Prepucio'...La forma en que esta iglesia francesa llegó a obtener el supuesto prepucio de Jesús, siglos más tarde, es, naturalmente, un misterio. Sus poderes eran sumamente proclamados. Se creía que tenía el poder de transformar mujeres estériles en fértiles y proteger a las mujeres durante la concepción. Incluso, Enrique V de Inglaterra creía en sus poderes, de tal manera que cuando la reina Catalina iba a dar a luz a un heredero al trono británico, hizo arreglos para conseguir el prepucio. Su esposa no tuvo complicación alguna y como consecuencia, en aprecio por la ayuda de la reliquia, el rey ordenó construir un santuario en Colombo para la protección del prepucio. La historia se divulgó y al poco tiempo otras iglesias de distintas áreas comenzaron a reclamar la posesión del 'Santo Prepucio' tales como la iglesia de San Juan, en Roma, y la de Puy, en Velay.
"Sin duda alguna que la mayoría de estas 'reliquias sagradas' han sido demostradas como fraudes. Algunos de los huesos, que en una época se afirmaban que eran de los santos y mártires, por ejemplo, han sido descubiertos como huesos de ¡animales! En España, una catedral pretendía poseer parte de un ala del Ángel Gabriel cuando visitó a María. Al ser examinada, ¡se supo que no era más que una gran pluma de avestruz!
"A pesar de tantas inconsistencias ¿por qué atribuye el católico tanta importancia a las reliquias? Una de las razones es porque se cree que al colocar una reliquia en una iglesia, capilla o catedral, se 'consagra' el terreno y el edificio. El Séptimo Concilio Ecuménico de Nicea, en el año 787, prohibió a un obispo el dedicar un edificio si no tenía presente una reliquia. El castigo por hacer lo contrario ¡era su excomunión de la iglesia!. Tan extemada se hizo esta creencia en la Edad Media, que algunas catedrales tenían miles de reliquias. La iglesia del Castillo de Wittemberg, en cuya puerta Lutero clavó las famosas '95 tesis', por ejemplo, poseía 19 mil reliquias santas(...) [Babilonia, Misterio Religioso, Ralph Woodrow p. 96]
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