Muy probablemente hoy en día hay muchos creyentes que saben tanto y tan bien que incluso pueden predicar a otros, pero que aún no son espirituales. El auténtico conocimiento espiritual no se encuentra en pensamientos maravillosos y misteriosos sino en la experiencia espiritual real a través de la unión de la vida del creyente con la verdad. Aquí la inteligencia no sirve, y el ansia por la verdad también es insuficiente. Lo indispensable es un camino de total obediencia al Espíritu Santo, que es el único que nos enseña de verdad. Todo lo demás es la simple transmisión de conocimiento de una mente a otra. Estos datos no vuelven espiritual a uno que sea carnal. Al contrario, en realidad su carnalidad transformará en carnal todo su conocimiento «espiritual». Lo que necesita no es más enseñanza espiritual, sino un corazón obediente que esté dispuesto a ceder su vida al Espíritu Santo y que ande por el camino de la cruz según el mandato del Espíritu. Una mayor enseñanza espiritual sólo reforzará su carnalidad y servirá para que se engañe y se considere espiritual. Porque ¿acaso no se dice a sí mismo: «¿De qué manera podría saber tantas cosas espirituales si no fuera espiritual?» En tanto que la auténtica piedra de toque debería ser: «¿Cuánto sabes de veras de la vida, y cuánto de lo que sabes es un producto de la mente?» Que Dios tenga clemencia de nosotros.[W. Nee, ibid, pag 85]
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